Una Navidad con el Corazón Abierto
La Navidad que viene llega como la luz cuando se refleja sobre las cosas oscuras sin que uno se dé cuenta. Cada agujero y recóndito lugar sombrío, es de pronto iluminado por esta energía que traen unos ángeles blancos.
Los vienticuatro de diciembre puedes percibir (sin darte cuenta) que en el aire aparecen dichos Seres Celestiales cómo chispas en el frío. Con el Viento los árboles sin hojas sacuden sus ramas como lo haría bailando alguien quién de pronto es liberado de un encanto.
Las nubes regresan al Cielo, y aunque todos los diciembres llueve el día veinticinco a las tres de la tarde, estos ángeles igual, jamás se van del Cielo.
Visitan nuestras casas en silencio, liberándonos del encanto. Como los ojos que al poder ver sombra, escogen ver Luz.
Y ellos pertenecen al Cielo, de la misma manera en que nosotros pertenecemos a nuestras familias.
No es solo un día al año, en el que se puede volver a nacer, pero si los veinticuatro de diciembre la tarea resulta un poco más fácil.
No nada más por dichos Seres Celestiales, si no por la manera en que resopla el viento en los árboles con solo ramas y por cómo los ojos involuntariamente siempre escogen mirar a la Luz.
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